Este blog está dedicado a los padres que se pasan horas y horas ante el televisor, mientras sus hijos pasan horas y horas ante la consola, y también está dedicado a los maestros que van al trabajo como quien va a la oficina, como una rutina más de su vida, que han perdido el afán de aprender (¿lo tuvieron alguna vez?) y por ello son incapaces de transmitir el más mínimo entusiasmo por los misterios del mundo a sus desafortunados alumnos.
Recogemos el testimonio de Schiller sobre sus años de escolar, a finales del siglo XVIII. La pedagogía crítica debe contemplar los inconvenientes de la pedagogía directivista, no sólo en tanto que testimonio del pasado sino sobre todo porque tiende a reaparecer en el presente.
El texto pertenece al libro de Thomas Carlyle, Vida de Schiller, editado en Buenos Aires por Espasa-Calpe Argentina, 1952.
Reportage de TV3 relacionado con la aplicación de la neurociencia a las técnicas de venta: "No pensi, compri!". A partir de aquí ya es evidente que el consumo racional es una quimera, nos asaltan desde las partes bajas de nuestro cerebro, asaltan nuestro centro emocional y del placer para inducirnos a comprar. Es el lado oscuro de la neurociencia.
Programa "30 minuts" del día 9 de diciembre de 2012 (audio en catalán), en este enlace.
Avance del documental:
De todas formas, no era necesario llegar a esto para desconfiar de los mercados. En 1960, Erich Fromm ya advertía del intento del mercado de pasar por encima de nuestra conciencia racional para inducirnos a consumir. En esa época todavía no había resonancias magnéticas que permitieran observar la actividad cerebral con tanta precisión como hoy. Este texto es revelador:
“Sea que se trate del consumo de
alimentos, de ropas, de licores, de cigarrillos o de programas de cine o
televisión, un poderoso aparato de sugestión funciona con dos propósitos: en
primer lugar, aumentar constantemente el apetito del individuo hacia nuevas
mercancías, y, en segundo lugar, dirigir esos apetitos por los conductos más
provechosos para la industria. El hombre se convierte en el consumidor, en el
eterno lactante, cuyo único deseo es consumir más y mejores cosas. Nuestro sistema económico debe crear hombres
adecuados a sus necesidades, hombres que quieran consumir cada vez más.
Nuestro sistema ha de crear hombres de gustos uniformes, hombres que puedan ser
influidos fácilmente, hombre cuyas necesidades puedan preverse. Nuestro sistema
necesita hombres que se sientan libres e independientes, pero que, sin
embargo, hagan lo que se espera de ellos, hombres que encajen en el mecanismo
social sin fricciones, que puedan ser guiados sin recurrir a la fuerza,
conducidos sin líderes y dirigidos sin otro objetivo que el de hacerlo bien.
No es que la autoridad haya desaparecido, ni siquiera que sea más débil, sino
que de autoridad evidente de fuerza se convirtió en autoridad anónima de
persuasión y sugestión. En otras palabras, para ser adaptable, el hombre
moderno se ve obligado a alimentar la ilusión de que todo se hace con su
consentimiento, aun cuando ese consentimiento se le extraiga mediante una
manipulación sutil. Su consentimiento es obtenido, por decirlo así, por la
espalda, o a espaldas de su conciencia.”
FUENTE: Erich Fromm, Prólogo a A. S. Neill, Summerhill. Un punto de vista radical sobre la educación de los niños. México DF, FCE, 2010, págs. 10-11.