DEDICATORIA

Este blog está dedicado a los padres que se pasan horas y horas ante el televisor, mientras sus hijos pasan horas y horas ante la consola, y también está dedicado a los maestros que van al trabajo como quien va a la oficina, como una rutina más de su vida, que han perdido el afán de aprender (¿lo tuvieron alguna vez?) y por ello son incapaces de transmitir el más mínimo entusiasmo por los misterios del mundo a sus desafortunados alumnos.

miércoles, 3 de octubre de 2012

La política educativa del PP


El ser humano tiene dos pasiones filosóficas en su vida social, la justicia y la libertad. Si ambas pasiones se debilitan, entonces actividades como la política o la economía pierden toda dignidad y mérito y se vuelven inmorales. Los gobernantes deberían vivir estas dos pasiones y cuando hablan de educación deberían entender que es aquella experiencia humana que despierta y mueve esas dos pasiones. Porque, ¿qué es una educación sin el ideal de la justicia y de la libertad? Pues simplemente competitividad, esa palabra talismán que los políticos del PP, unos mediocres intelectuales e imbéciles morales, emplean para conjurar la actual coyuntura de crisis económica. Una palabra cuya definición léxica es “rivalidad para la consecución de un fin”. Pero, ¿acaso se puede rivalizar en la consecución de la justicia y de la libertad? ¿Puede haber ganadores y perdedores, aprobados y suspensos, promocionados y repetidores en el logro de esos dos máximos ideales de la cultura humana? La competitividad no es una capacidad para fomentar y potenciar esos dos ideales culturales, sino para conservar los intereses crematísticos y aumentar las actividades lucrativas de un pequeño número de personas, los ricos,  y sólo sirve para legitimar una forma de gobierno, la plutocracia, que representa un poder injusto y liberticida para la mayoría de la sociedad. Escuchemos a sus defensores, con esa seriedad y arrogancia que reviste la estupidez humana y el fracaso de nuestra inteligencia:



¿Qué quiere la gente del pueblo? Que la dejen vivir en paz, progresar materialmente, tener a su disposición los remedios a sus enfermedades y que sus hijos disfruten de una educación de calidad e inclusiva sin ninguna clase de segregación, que les proporcione oportunidades y con ellas superar los condicionantes económicos de partida, como sólo la educación pública puede garantizar o el control presupuestario de la educación concertada. Parece mentira que algo tan elemental lo hayan olvidado los actuales gobernantes del PP, para quienes la educación o está al servicio de la plutocracia o no está si la alternativa es estar al servicio del pueblo. Cómo si no entender los drásticos recortes en la educación pública, que no es otra cosa que dejar sin futuro ni esperanza a los más desfavorecidos de nuestra sociedad por la brutal competitividad. Resultan refrescantes para la memoria los siguientes pensamientos ilustrados del venezolano  Simón Rodríguez (1771-1855) sobre la misión moral de los gobernantes de garantizar la educación del pueblo:



Recuerdo una tira cómica de Quino en la que en la primera viñeta Mafalda lee en un diccionario la definición etimológica de democracia y en las tres siguientes se parte el culo de risa. No conozco nada mejor para expresar esa realidad virtual en la que la ideología ultraliberal presiona desde hace ya unas cuántas décadas para recluirnos. Merece la pena verlas:



Podemos seguir llamando democracia a un sistema político en el que quien gobierna sólo se dirige al pueblo para solicitar sus votos mediante procedimientos demagógicos y que después toda su acción de gobierno se realiza en contra de los intereses de ese mismo pueblo, incluso contradiciendo su programa electoral, por lo que ese pueblo ya no ejerce de hecho ninguna soberanía.  Nada bueno podemos esperar de ese gobierno. Y mucho menos una buena educación que nos haga amantes de la justicia y de la libertad, porque esas dos pasiones se consideran su mayor peligro y amenaza, y tratarán por todos los medios de erradicarlas de la educación de los niños y los jóvenes. La educación se convertirá con esos demagogos al servicio de la oligarquía instaurada en cada país y verdadero gobierno no electo en la sombra, en un grosero ejercicio de competitividad, llenándose la boca con palabras como excelencia cuando sus mentes sólo piensan en una palabra, negocio. La educación nunca mejorará con esta clase de gobernantes, que han traicionado la democracia y han hecho de la política la profesión más indigna, al prostituir la soberanía popular en beneficio de los ricos. No perdamos más tiempo con estos políticos, no esperemos nada de ellos. Pero tampoco nos resignemos. Enfrentémonos, desobedezcamos sus leyes, ocupemos todos los intersticios de su ilegítimo poder, utilizemos todas sus contradicciones, que también son las nuestras, para defender la justicia y la libertad, y con ellas los dos contenidos fundamentales de la educación, que o bien es cívica o bien es criminal.  Escuchemos ahora a George Carlin,  cuya incisivas palabras tienen un efecto catártico en la medida que arrastra, como el agua la suciedad, toda nuestra idiotez como ciudadanos temerosos, pasivos, obedientes y crédulos:



Si alguien tiene todavía alguna duda sobre las intenciones de los representantes políticos del PP en materia de educación, si le parece que mi argumentación es arbitraria y sesgada ideológicamente, entonces que escuche por segunda vez, pero esta vez con el campo semántico de la competitividad suficientemente ampliado, el concepto de educación que tienen los actuales gobernantes del PP, para quienes la educación tiene que estar al servicio de la economía y de las empresas, y se tiene que prestar, como fiel auxiliar, a su campo de experimentación (prácticas de empresa) y adoctrinamiento  (emprendeduría). Dicho con otras palabras, expulsemos de las escuelas las ideas de justicia y libertad e instauremos el dominio de la utilidad y el beneficio. Pero como su ignorancia no tiene límites, por no saber no saben que una economía política para ser legítima se fundamenta en una filosofía moral. Adam Smith primero publicó su ensayo La teoría de los sentimientos morales (1859) y diecisiete (sic) años después su investigación La riqueza de las naciones (1776):



El genuino acto revolucionario que un profesor puede hacer hoy en día de subversión del poder del PP y de crítica de su ideología ultraliberal, que omite la filosofía moral de su propia tradición, ya no puede ser otro que ejercer la docencia como si se tratase de un combate cultural en su respectivo centro de enseñanza. Pasar por encima de los currículos, cambiar la naturaleza de las evaluaciones, llenar el espacio del aula de aquel espíritu ilustrado que armonizaba el ideal de la justicia con el ideal de la libertad. La barricada está en su palabra valiente, que debe servir para frenar la barbarie del utilitarismo más grosero, y las armas están en su pensamiento crítico y en su anhelo de emancipación de toda forma de idiotización. Hay que ejercer la docencia como un acto revolucionario poniendo nuestros más nobles ideales de civilidad al serviciode la educación de unos ciudadanos justos y libres.

August Mann

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