Nuestro colaborador August Mann nos ha enviado un material muy interesante acerca de un evento de orientación feminista, que consiste en una especie de performance iconoclasta: sobre un busto del insigne Rousseau, varias personas lanzan objetos y rompen botellas, prodigándole diversos insultos.
Varias fotografías ilustran esta actuación:
Las fuentes de estas imágenes son:
La razón de esta actuación se debe a que en la obra y el pensamiento de Rousseau hay un lugar destinado a la mujer que se contradice con sus propuestas más radicales de igualdad política. La mujer de Rousseau, Sofía, está al lado de Emilio y es educada de otra manera, con otros fines, más domésticos que políticos. Y en este evento, las mujeres realizan su particular venganza contra el machismo ilustrado, o romántico, como se quiera.
Nada que objetar a que un busto sea agredido por señoras respetables, como desagravio histórico. Cualquiera está en su derecho de protestar, y más aún si las botellas se lanzan contra una masa de piedra o de bronce, en lugar de contra una cabeza de carne y hueso. Se trata de una protesta simbólica mediante una agresión tambén simbólica. Un simulacro de iconoclastia.
Los daños que recibe la víctima son espirituales. Sin embargo, si Rousseau levantara la cabeza, quizás alegaría algunas razones en su defensa:
"Sí, señoras, escribí cosas sobre ustedes que hoy nadie suscribe en público y en voz alta (ves a saber en su casa qué dicen y hacen). Es cierto que en mis teorías sobre la igualdad política y sobre la educación se deslizaron prejuicios machistas, y también que la Declaración de los Derechos Universales del Hombre en realidad no se refería a las mujeres; también es cierto que abandoné a mis hijos, que desconfié de amigos como David Hume, que fui un maniático redomado y un pensador disperso e incoherente. Cierto, cierto, ¡pero dejen de lanzarme botellazos, tengan un poco de piedad!
"Antes de seguir con su performance, piensen en todo aquello que dije y que sirvió para liberar a los europeos de las ataduras medievales, que mis propuestas pedagógicas pusieron las bases de la educación moderna, humanista y centrada en las necesidades de cada niño, piensen que mis ideas políticas inspiraron movimientos revolucionarios liberadores, sin los cuales ustedes ahora no hubieran podido siquiera reunirse para lanzarme botellazos.
"¿Qué más puedo alegar en mi defensa? Dije lo que dije porque en mi época se pensaba a sí, había tantos prejuicios como en la suya, aunque no teníemos eso que llaman lo políticamente correcto, que sirve para no decir lo que uno piensa. Acaso creo que deberían ustedes repartir sus botellazos entre alguno más de sus coetáneos, por ejemplo el señor Berlusconi. Y al lado del mío, pongan un busto de Aristóteles, que también dijo algunas cosas susceptibles de provocar en ustedes cierto enfado, como que el lugar de las mujeres es la cocina, o que el silencio es virtud en la mujer (cosa que la neurociencia ha demostrado, su capacidad lingüística, no la culinaria); pongan pues alguna fotografía de un neurocientífico y échenle pintura. Les sugiero una del señor Punset, que es un gran divulgador de la neurociencia y le encanta participar en performances.
"Les ruego, señoras, que disculpen mis prejuicios y tengan en cuenta mis otras aportaciones, como atenuante. Agradecería una crítica más racional a mis ideas, no eso que hacen ustedes, que es como una enmienda a la totalidad. Cuando golpean mi busto es como si todo lo que dije fuese cuestionado, sin posibilidades de apelación. Creo que no me merezco un tratamiento tan rudo."
Héloïse La Nouvelle
Hallo cierto parecido en los bustos reproducidos de los dos insignes, así que suscribo el acierto de que Punset acompañe al romántico: la soledad en la desgracia es mala cosa.
ResponderEliminarYo no veo tanto un acto de iconoclastia sino de imbecilidad. Los movimientos ideológicos, sean del signo que sean, no abren las mentes, sino que arrasan los cerebros. Una cosa es realizar un análisis crítico e histórico de un prejuicio cultural --recordemos en la línea de Gadamer que siempre pensamos con prejuicios--, y otra bien distinta es dilapidar el patrimonio intelectual de un maestro del pensamiento político y pedagógico como es Rousseau. Las feministas que se burlan de Rousseau deberían leer a María Montessori, las hermanas Rosa y Carolina Agazzi, Elisabeth Mayo o Rebeca Wild. No encontrarán en sus escritos críticas al sexismo de Rousseau, porque simplemente atienden a los aspectos positivos de su obra, haciéndolos extensivos a todos los seres humanos sin distinción de sexo. Si tuviéramos que quemar todas las obras de los pensadores que arrastran prejuicios, no sé con quién nos quedaríamos. Piénsese, por ejemplo, en el caso de Aristóteles o Nietzsche. Lo que sí que ya no es legítimo es que después de la crítica feminista, ya en el siglo XXI, se omitan sus razones y se ignore la razón patriarcal en la construcción de un discurso.
ResponderEliminarDe todos modos, como documento artístico, esa performance puede justificarse y hasta resultar simpática. Yo no tengo ningún problema en romper una botella de vino en la cabeza de un busto, pero antes me bebería el vino. Primero, porque en mí nadie me lava la ropa. Pero sobre todo porque es un despilfarro en tiempos de crisis poder embarrocharse y no hacerlo. Con lo que no trago es con lo del madero, que es como comulgar con ruedas de molino. Si en lugar de un busto se hubiera dispuesto de una escultura acaba el acto en una crucifixión, y para colmo sin ninguna piedad mariana.