Avui, el meu fill de 10 anys gairebé vomita el dinar perquè un montor del menjador l'ha obligat a menjar-se una oliva de l'amanida. Les olives no li agraden. Cal respectar aquestes coses dels nens. Si el forcem a menjar alguna cosa, no aconseguirem que li agradi, aconseguirem que no gaudeixi de l'àpat. No sé què fa aquest monitor amb els seus fills a casa, però a l'escola ha de respectar els nens i nenes. A més, li ha dit que és un fideu, que no menja i que està prim.
El cas és que ja m'havia queixat a la direcció per l'autoritarisme d'aquest monitor, i ara veig que no han fet res de res. No sé què puc fer després de tot això. Crec que les persones que tracten amb nens han de tenir cura d'aquestes coses, perquè amb els seus actes ensenyen models per al futur. Clar, potser aquesta gent vol transmetre això: que els nens han d'aprendre a obeïr, a engolir tot el que els donen, sense protestar. Així ens va.
Héloïse La Nouvelle
Pero bueno, la aceituna tenía hueso o no. Y el monitor era de Chillón o simplemente un chillón. Si tenía hueso y era de Chillón, tiene un atenuante, porque en esta localidad ciudadrrealeña se practica un concurso de lanzamiento de huesos de aceitunas, en cuya última convocatoria un tal Eugenio escupió el hueso a 13,88 metros. Lástima que tu hijo no prácticase el tiro de aceituna y no le diese en el cogote para rebajarle su pescuezo.
ResponderEliminarA lo mejor, lo que no quería el bárbaro monitor era que tu hijo leyese. ¿Y qué tiene que ver la aceituna con la lectura? Pues mucho. Si no acertáis a imaginarlo, leed el siguiente chiste de otro Eugenio, el genial humorista:
«Sabes aquel que diu que es un tio que sufre una operación de estómago muy grave y después de la operación le diu el médico a la enfermera "Sobre todo régimen, que coma muy poco" En esto que entra la enfermera con una aceituna y un dedal de agua el paciente se lo come y después le dice a la enfermera "Oiga señorita, ¿me traerá un sello de correos?" "¿Para que lo quiere?" "Es que después de comer me gusta leer un poco, ¿sabe?"»
¿Qué habría hecho el iletrado monitor si tu hijo le hubiese pedido antes de la ingestión de la aceituna el preceptivo sello? ¿Estamparle en la cara las iniciales de su nombre con su anillo? Tal vez, el problema del irascible monitor consiste en su falta de paciencia. Seguro que no ha oído hablar de la pedagogía del caracol. Como no creo que tenga muchas luces, se la podríamos enseñar con este otro chiste de aceitunas, ya que tanto le gustan:
«Un lepero en un restaurante, intentando ser "finolis" quiere pinchar una aceituna con un palillo pero al tio siempre se le escapaba en el ultimo momento.
El camarero, ya nervioso, toma el palillo y se la pincha, el lepero protesta:
-Claro! ahora que ya la tenia cansada!»
Pero pensándolo mejor, lo más seguro es que el problema de tu hijo con la aceituna se deba al color. La verdad, últimamente el servicio anda muy mal, rebotado con tantos recortes. Y al final, los platos rotos los paga el cliente. Atención al siguiente chiste del pueblo aceituno:
«-Mamá, mamá, ¿las aceitunas negras tienen patas?
-No hijo.
-Entonces me he comido una cucaracha.»
(continuación del comentario anterior)
ResponderEliminarYo de ti hacía llegar una queja a la inspección educativa. A los pobres inspectores, como no saben qué hacer con un sistema educativo en quiebra, quizá les haga gracia este asunto y se presenten en pareja al comedor del colegio como la Guardia Civil en busca del presunto delincuente. Y tal vez éste, en el interrogatorio, se ria como en el chiste de las aceitunas y los gitanos pensando en las tropelías más gordas de los otros monitores:
«Dos gitanos van por la noche a buscarse las "habichuelas":
Uno le dice al otro:
- Oye Manué esta noche voy al olivar de la tia Engrasia.
- Bueno Pepiyo po's yo me voy al melonar de'l tio Lucas.
Rato después vuelve Pepiyo con un saco lleno de aceitunas por la carretera, cuando se encuentra a la pareja de la Guardia Civil
- Josú la cagé, dice el gitano.
- ¿A ver tú dónde vas a estas horas?
- Mire mi sagento, que mis niños tenian jambre y les llevo algo de comer.
El otro guardia mira lo que tiene el saco y dice:
- Que le parace mi sargento le lleva a los niños aceitunas crudas para que les dé diarrea.
A lo que contesta el sargento:
- pues éste las va a disfrutar:
Tienes dos posibilidades ó te metes el saco de aceitunas por el culo una a una o vas al trullo por seis meses.
A lo que Pepiyo contesta:
- Vale mi sagento me las meto, me las meto.
El gitano empieza a meterse aceitunas por el culo y cuando lleva unas treinta se empieza a reir, cuantas más aceitunas se mete más se rie:
- Jijijajajujuu
Mi sargento no le parece que este gitano es maricón, ¿lo mismo le estamos haciendo un favor?
- El favor se lo voy hacer yo de la leche que le voy a dar para que no se ria.
El sargento muy cabreado le pregunta:
- A ver gitano ¿de qué te ries?
- Hay mi sargento, jijijaja que yo me estoy metiendo las aceitunasjajajuju, pero cuando venga Manué con los melones, jua jua jua juaaah.»